Perdido

Creo recordar que tiempo atrás carecía de tantas tensiones y que mi mente fluía de una manera vigorosa y que los problemas no duraban más de cinco minutos o les quitaba tanto peso al asunto que podía darse por zanjado. Esta mañana he creido no recordar ni siquiera quien era y donde estaba, ese pequeño instante entre el sueño y despertar. Esto se debe al extrés y saturación mental dijo alguna eminencia que ahora de cuyo nombre impronunciable no consigo acordarme. Este simple hecho me ha aterrorizado por eso escribí este relato corto:



- Mama, mama, ¿es de verdad que los niños pierden sus ganas de jugar cuando son mayores? - Los mayores, mi vida, tienen otras formas de jugar, juegos que los niños pequeños no pueden hacer - dijo la madre del niño con cara de cansada. - ¿Pero porque los niños cuando crecen se enfadan más? - Dijo el niño con cara de desconcierto. - Los mayores tienen muchisimas cosas que hacer y a veces nos enfadamos por tonterías, pero enseguida nos arreglamos...- dijo la madre risueña. -Pero, mama, mama, ¿porque el vecino de al lado siempre tiene la cara seria? A veces de noche lo oigo llorar, mucho, mucho...y...y...dice cosas...porque...porque me haces esto...y cosas así...- dijo el niño interesado. La madre preocupada acostó a su pequeño relizando juegos gestuales para desviar la atención de sus preguntas.
-Que curioso, no sabíamos que teniamos un vecino...que raro...bueno iré a ver, y si puedo colarle que no haga escandalo por las noches, por que mi niño es muy sensible y puede no entender según que situaciones.


La madre después de esperar un rato y realizar alguna que otra tarea doméstica, cojío las llaves del recibidor de la casa y fue a la puerta siguiente de su apartamento. Tocó varias veces a la puerta. No había ninguna placa en la puerta. Tampoco se oía ningún ruido desde su interior. Tocó por última vez la puerta, esta se entre abrió. La mujer sorprendida asomó la cabeza. La ocscuridad del recibidor era intensa y el olor a casa cerrada y húmeda le pareció muy extraño. -¿Hay alguien? ¿Oiga? ¿Oiga?. Pero nadie contestó, el sonido recorrió el espacio creando un eco de vacío. La mujer pensó que el apartamento debía estar abandonado. Entró muy curiosa por lo que le había dicho su niño, por un momento pensó que debía ser la imaginación del niño, pero nunca antes había mentido. Intentó darle a la luz pero el interruptor no encendía nada. Se acordó que en su bolsillo tenía un mechero, así que intentó alumbrar con la lumbre del mechero. El apartamento estaba vacío y sucio. Un frío de horror se apoderó de ella al ver varias cucarachas que se amontonaban en un rincón. Pero curiosa se dirigió a la habitación que daba pared con pared a la de su hijo. Una vez en la habitación vió una cama toda sucia, también había un armario grande antiguo con un gran espejo en la puerta. De repento notó una gran respiración, ronca y desacompasada, muy ansiosa. La mujer se quedó inmóbil por el pánico de ese sonido. En la cama pudo darse cuenta que había una carta. La mujer en un arrebato de valentía cojío la carta y se fué de ese apartamento corriendo. Una vez en el suyo, se dirigió a la cocina y se preparo un infusión de hierba luisa y temblorosa miró la carta. No tenía nada escrito en el sobre y estaba sellado con cera roja, el papel era amarillento. Abrió el sobre y sacó un papel que tenía en su interior, que decía:


' He perdido todo. Mi identidad. Mi alegría. Mi tristeza. No tengo nada y a nadie. No se realmente quien soy. Encima de la cama de un apartamento que me parece totalmente extraño a mi. ¿Que rostro me tortura y quien es? No entiendo nada. Se que esto es un final, aunque algo en mi no quiera reconocerlo. Pobre quien quiera que seas. No temas. Duerme..sueña...sueña...sueña...alguien vendrá...'


La mujer con lágrimas en los ojos dejó el papel encima de la mesa y se dirigió hacia la habitación de su niño Abrió la puerta y vió que su niño dormía placidamente. Entonces escuchó unos llantos de deseperación, venía de la habitación de al lado. De repente sacó el papel de su bolsillo, miró apresuradamente y vió en una esquina el nombre Juan. Ella gritó el nombre. - ¡Eres Juan! ¡Eres Juan! Entonces paro el ruido y la mujer notó una pequeña brisa en el papel, lo miró de nuevo y vió que ponía:'Gracias por recordarme quien soy...'

una vez mas agreadezco que paseis por aqui y me leais. gracias!¡¡!!

El extrés, el desconcierto del paso del tiempo que pasa tan tan rapido, el tumulto de nuestras ciudades... en ocasiones nos hace olvidarnos de quien somos en realidad, de donde venimos y a donde vamos.

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